Hace apenas dos años decidí dar el paso de ir a Cruz Roja e informarme sobre el voluntariado con infancia hospitalizada. Tenía muy claro el proyecto del que quería formar parte, ya que desde pequeña es un tema y un ambiente que me ha llamado mucho la atención.

Así que en cuanto pude me incorporé al equipo y empecé a ir al hospital para estar con todos aquellos niños y niñas que, por un motivo u otro, se encuentran ingresados e intentar de esta manera amenizar sus estancias. Es inexplicable la sensación de tocar la puerta de una habitación sin saber quién estará detrás de ella, qué personas o historias esconderán. Pero más inexplicable son las sonrisas de los niños y niñas y de sus familias al verte entrar, y es que es cierto que muchas veces sobran las palabras. En todo este tiempo he podido tratar con cientos de niños y niñas, todos y cada uno de ellos diferentes, unos pequeños, otros mayores, introvertidos, extrovertidos, tímidos, atrevidos… pero todos ellos y ellas con algo en común, las ganas de disfrutar y poder salir un rato de la habitación. Y es que hasta el más tímido e introvertido acaba jugando y confiando en ti para pasar la tarde, y eso es lo que te motiva a seguir yendo semana tras semana.

Una vez dentro de Cruz Roja Juventud he podido conocer diferentes proyectos y actividades como, promoción del éxito escolar, las campañas de sensibilización como el 1D, los campamentos urbanos… pequeños y pequeñas con realidades y vidas tan diferentes entre sí… pero todos ellos y ellas con la misma sonrisa y ganas de verte. Cada dibujo, cada abrazo, cada sonrisa te hace darte cuenta del cariño mutuo que se crea, y al final a mi parecer esto es lo más bonito de toda esta labor.

En definitiva, gracias a cruz roja Juventud he podido conocer e interactuar no solo con cientos de niños y niñas, sino también con muchos voluntarios y voluntarias con la misma ilusión de formar parte del equipo y poder poner nuestro pequeño granito de arena en esta sociedad.